El peor lugar de trabajo de mi vida
Todos tienen alguna mala experiencia laboral que contar, y en su mayoría la queja es sobre la labor que desempeñaban y la falta de recursos adecuados para cumplirla como debe ser. En éste caso no; lo que voy a contar es respecto a un puesto que me gustaba mucho y tenía todo lo que quería. Lo malo era el lugar y su gente.
Cuando llegué a la empresa, tenía varios meses de estar buscando trabajo luego de que el anterior cerró sus puertas y nos dejó ir a todos por igual. Me plantearon mis responsabilidades y quedé encantado. Se me permitiría hacer lo que tanto me gusta: investigar, prevenir, detener desvíos y malos manejos.
Cuando tomé ese obligado tour que te dan para conocer el sitio y a la gente, me presenté con amabilidad y puse todo mi empeño en crear una atmosfera cordial. A quien pusieron a cargo de capacitarme es quien iba a ser mi compañero del mismo puesto, quien tenía ya tiempo ahi: H. Igual que su homónimo de los Simpsons, era bromista y tragón a morir. Nos llevamos bien en un principio.
Las cosas marchaban bien en los primeros meses, hasta que anunciaron un cambio de jefe. El que venia era M, un tipo déspota y creído nacido en Tamaulipas que desde sus tiempos de estudiante universitario se mudó a Monterrey. En realidad, su forma desagradable de ser saltaba a la vista. No en balde en el pasado otra gente le habia vandalizado el coche y le habian dado algunos sustos.
M tomó posesión de su cargo con mucha gente quejándose de ello: H y otros incluidos. Para ese entonces, me llevaba de forma respetuosa con todos, aun con quienes no compartia nada en común. Pensé que a pesar de eso podiamos llevar un ambiente de cordialidad suficiente para que desembocara en una eficiente dinámica de trabajo.
Pero no fue así.
Un par de personitas empezaron a darme numerosas dificultades. Una de ellas, P, era la clásica 'caemebien' regañona de la oficina. La que por tener mil años ahi (y con todo y eso no subir del puesto en que está) podía ningunear a los demás. No tenía amistades reales ahí. En realidad, bastaba con que no escuchara para que los demás despotricaran sobre su forma de ser y sus sermones.
A P se añadía su contraparte masculina: un tipo a quien llamaban "El Burlas". Imaginen a un tipo de esos que se deja siempre la barba, que su cara y labios eran como uno de esos muñecos de ventrilocuo poco comunes, y una voz aguardentosa que parecía un viejo alcohólico de 70 años hablando en voz alta intentando hacerse oír.
Al tal "Burlas" le decían así porque de todo mundo se burlaba, era el payaso que siempre tenia alguna estupidez que decir para hacerse el gracioso: albures, comentarios sacados de la manga, etcétera. Con todo y eso, no dejaba de ostentarse como el segundo con más tiempo ahi en el equipo y hasta tomaba actitudes de jefe pretendiendo dar órdenes a otros.
El problema que llegaron a tener P y "El Burlas" conmigo fue que en resumidas cuentas, su trabajo era la cantidad y el mio era la calidad. Y si yo detenia el flujo por estar algo mal, sospechoso, o algo así, ellos pujaban cual vaca inseminada. El problema es que cada uno tenia bien hecha su labor de quedar bien con M el jefe, y era yo quien terminaba regañado por "mi error". Claro que esos "errores" míos son los que le ahorraron a la compañía mucho dinero en pérdidas que de otro modo habrían ocurrido.
Aun con la actitud grosera de éstos dos, que decian que mi parte en el proceso no era importante y que retenía cosas cuando no tenía porqué, me mantuve diplomático en mi trato a ellos y los demás. Pero hubo un marcado cambio de actitud cuando descubrieron cuán distintos éramos en ideología y gustos. Tan solo imaginen, eran todos fans de personalidades pocofinas de la tele, del futbol, y de creencias dentro del dogma cristiano (católicos o protestantes). Por supuesto que alguien antagónico a esas cosas iba a ser visto como "el diferente", y eventualmente como "el raro".
Las idas a la cafeteria eran lo peor. Yo me sentaba con gente de otra área, con la recepcionista (con quien me llevé muy bien el tiempo que estuve ahí), o ultimadamente solo. Pero por no causar mayor pedo ni dar de qué hablar, me sentaba en la mesa donde estaban estos tipos. Incluso soportando sus conversaciones donde dejaban ver lo poco o nulo de su conocimiento en cuanto a esto y aquello.
Y aquí es donde "El Burlas" y su colega P cruzaron la línea: en una discusión que tenían respecto al tema de la delincuencia en la ciudad (tema muy frecuente, por el crimen organizado en México) se aventaron una opinion tan torpe y poco informada, que para mi fue como oir que el Diablo estaba enviando al Chupacabras a incitar a los jóvenes a delinquir, y para ellos esa era la razón.
Cortésmente (se los juro, fui cortés) les señalé su error y di las bases, di los elementos que ellos mismos podian buscar para darse cuenta. Esto me valió el odio de no solo ellos, sino otros. Nunca me pondré como el que sabe todo, sé lo que sé y lo que me falta es mucho más; pero aquí quedó claro que en mundo de ciegos el tuerto no es el rey, sino al que ven como el desubicado que está mal y es una amenaza por no ser igual de ciego que los otros. Respondieron sarcásticamente, de forma grosera, a lo que reaccioné devolviendo la misma actitud...
Y M, el jefe, me mandó llamar.
La mayoria conoce ya ese tipo de evaluaciones por año o por cierto periodo de tiempo en las empresas. Ya saben, donde fingen que les importan tus comentarios y sugerencias, y te dicen tus "áreas de oportunidad" y preguntan "cuál será tu compromiso para la siguiente". El ataque de M no se hizo esperar: mi actitud con otros, mi excesiva severidad en el trabajo, el no socializar o ir a absolutamente ningun evento o reunión ni como muestra de buena voluntad (como si tuviera ganas de tratar a dicha gente fuera de las horas obligadas), y hasta el hecho de vestir siempre de negro.
Mi respuesta pudo haber sido más sutil e inteligente, lo sé ahora. Pero en ese momento lo que surgió como reflejo fue la actitud defensiva donde dejé en claro que mi actitud, forma de vestir, mirada, y forma de socializar eran cosa mía; y la calidad de mi trabajo hablaba por si misma, ya que excusando la poca modestia, sé hacer las cosas bien y soy bueno.
Luego de lo anterior, tenía ya a la mayoria de la gente en contra. Con solo unas cuantas personas de otras áreas de la oficina hablándome en buen plan, y un ambiente tan pesado que para antes de la hora de comida estaba harto y frustrado. Todo esto, aún y cuando era el que si se dedicaba a su trabajo como debia ser, sin andar haciéndose loco platicando de partidos de futbol o de chistes de programas vulgares de los canales locales. Cumpliendo, pero sin ser lo "flexible" suficiente, o sin la deseada "actitud".
La respuesta a sus deseos de que no estuviera ya trabajando en ese lugar llegó con un tipo que llamaremos L, y otro compañero de más tiempo que se volvió su roomie. El compañero es un tipo rastrero de los que se ríe por todo y habla a espaldas de la gente; pero la verdadera joyita era el tal L: separado, con un hijo, conducta agresiva, y alcohólico. Para cuando este último llegó, incluso el que fue mi compañero H hablaba mal de mi junto con los otros. ¿Cómo lo sé? Hagan la prueba de dejar su celular en su estación de trabajo grabando en la hora en que se van a comer. Lo que dicen de uno quienes se quedan (ahi algunos comiamos a la 1 pm y otros hasta las 2 pm) les puede sorprender. A mi no me sorprendió, me lo esperaba.
Algo habré despertado en el tal L, lo cual no es nuevo. A todos nos ha pasado que al conocer a alguien nos cae mal sin saber el motivo. El problema es que este peculiar tipo al parecer se sentia en la secundaria aún; hacía cosas como imitar mi voz cuando me escuchaba hablando, por ejemplo. Es cuando cometí mi siguiente error impulsivo: empezar a contestarle, o lanzar indirectas igualmente para que él y su compañero-roomie.
Y M, el jefe, me volvió a llamar. Y ésta vez, no solo a mi. Al tal L también.
Nos sermoneó sobre la convivencia y el respeto y bla bla. Para entonces, el jefecito no estaba nada contento conmigo, dado que algunos desacuerdos por como queria que hiciera mi trabajo hacian las cosas un poco tensas. Principalmente, porque lo que M sabía de mi puesto y métodos era poco. Asi pues, el descontento jefe concluyó un regaño para dos que en realidad era para uno, y al salir el rumor se corrió de que había ido yo a chismear y quejarme con el jefe de las cosas que estaban diciéndome.
Sobra decir que lo anterior no era verdad. No soy chismoso, y menos iba a tener la confianza de contar algo a quien era un jefe nefasto y nada justo. Quien haya ido a reportar tal cosa, o si fue el jefe por su propia iniciativa quien decidió indagar, estaba ya de más saberlo. La hostilidad se intensificó hasta un punto en que el L me retaba a golpes y decía que "de seguro le tenía miedo". Más de una vez le respondí sarcásticamente diciendo que sí, que me daba muchisimo miedo.
Lo curioso es que, si él o cualquier otra persona en verdad queria tener un pleito conmigo, la fórmula era simple: tirarme un golpe. Solo eso debian hacer, y en un segundo estaríamos peleando. Pero ni él ni su roomie lo hicieron; se contentaban con las burlas, y las calumnias.
El "preséntate a Recursos Humanos mañana" llegó un día entre semana. Pedi hablar con M en privado y le hice ciertas preguntas, a las cuales contestó con evasivas. Su lenguaje corporal me lo dijo todo. No iba a quedar así; por lo que me llevé de datos lo conveniente ese día, seguro de lo que esperaba al siguiente.
Sí, me corrieron, diciendo lo mismo en cuanto a mi "actitud" y que "no querian riesgos y perturbación del ambiente de trabajo". Demandé y obtuve mi dinero, pero eso deja cubierta la parte de la empresa y el ingreso, no de los individuos que la tomaron conmigo, cuando lo que queria era que me dejaran en paz sin meterme con nadie.
Quería que recordaran "Esto pasó cuando corrieron a Alejandro". Así que quise que mi despedida fuera a lo grande, primero con un correo a la gente de ahí diciendo adiós y detallándoles el porqué me habian corrido y que lo único que habia querido en todo ese tiempo era estar en paz y sin problemas.
Acto seguido, envié correo de la situación no solo a directivos aqui en México, sino a aquellos que son "Mister Gringo en Estados Unidos Somos Dueños de Ustedes Mexicanos" de la empresa. O sea, a su sede central o "headquarters". Ahí sí fui yo quien habló, para que vean.
Lo que consideré una pena fue perder el puesto ideal para mi, por haber sido en el lugar incorrecto, con los compañeros en su mayoría incorrectos. Borré a los que tenía que borrar de redes sociales, mensajeros etc. Fuera de la experiencia a validar en el currículum, jamás quise saber sobre ese lugar.
Lamentablemente, a veces, no siempre se puede tener todo. Saludos!.
ResponderBorrarSiempre hay un verdugo.. que cagada... pero bueno.. lograste salir, sacaste algo bueno (mejorar el c.v.) y un poco pagaron lo que te hicieron, pero da mucha bronca cuando pagan como deben... malditos!
ResponderBorrarbesos y abrazos Rev., nos estamos leyendo.
uno podria pensar que por tener mayor conciencia, inteligencia, prudencia y varias otras palabras que terminan en encia sabria sobrellevar a ese tipo de personas nefastas pero se torna imposible.
ResponderBorrarYo duré un mes en un trabajo, para mi fue un triunfo aguantar tanto a una persona así.
Lo bueno de tu historia es que hablaste, casi todos nos llevamos la injusticia a la casa.
A veces tomar la actitud de "no meterse en problemas" es lo que hace que la gente poco critica y deficiente social se encabrone mas y busquen por todos lados afectarte...
ResponderBorrarLastima, no existe el trabajo perfecto y la idiosincrasia de esta cuidad afecta más de lo que debiera. Aunque tratemos de evitarla lamentablemente necesita uno aislarse para que te toquen lo menos, y no por uh sentido elitista, sino de por mantener el equilibrio mental.
Buen caso para estudiarlo en mis clases, thanks!!
El chiste es que debiste adaptarte al puesto, a la situación, es innegable que si hay fricciones el trabajo no va a hacer igual y si los demás son mayoría pues el de los cambios debiste ser tú. Jode ¿verdad? pero es que asi debe ser, claro que entiendo la postura de no querer cambiar y soportar gente antipática, pero el buen ambiente de trabajo se tenía que primar y para bien o para mal, estabas solo contra el mundo.
ResponderBorrarcomo dicen arriba no hay trabajo perfecto
Es una pena que en los trabajos jueguen dos aspectos lo que hacemos y las personas (o compañeros) que nos rodean.
ResponderBorrarA veces que las dos cosas sean buenas es difícil de conseguir.
Buen relato, me ha gustado.
Un Saludo :) .
Oh que mala experiencia.
ResponderBorrarYo recien tengo cuatro años trabajando y tres en el ultimo empleo. Pero lo que me ha funcinado es de presentarme siempre con cordialidad pero desde el inicio como una persona seria que nunca da asi nomas confianza y es correcto en el trabajo. De alli he ido averiguando como es la situacion y adaptandome al ambiente laboral, solamente despues de dado la confianza a las personas que realmente se lo merecia y hasta el momento me ha funcionado bien.
Osea desde el inicio cara de amargado , para que nadie se meta conmigo y de alli recien he elegido a mis amigos. Todo tranqui nemos mal.
Mucho animo en lo que vas pasando. Gracias por visitar el blog, espero regreses.
Hola Alexander, un gusto conocer tu blog.
ResponderBorrarMuy buen post, me hicistes reflexionar mucho.
Solo te puedo decir: ten animo y fuerza (yo en estos casos siempre pienso a Eraclito y a su filosofia Panta Rei (todo pasa.. todo fluye).
Un besito
The Indian Savage Diary
En la oficina SI
ResponderBorrarcon las de la oficina NO
Nunca faltan los que se engolosinan con un poco de poder o los que, como señalas, se creen jefes por llevar mucho tiempo... ¡o incluso sin llevarlo! En donde trabajaba antes, la asistente del jefe creía que lo representaba y podía dar órdenes aunque el organigrama señalara su nivel. No te preocupes por los que no cayeron con tu jugada final, ya llegará su momento e, incluso si no, su mediocridad eterna será su castigo.
ResponderBorrarCualquier trabajo puede ser el mejor o el peor del mundo. Todo depende de la persona y de las circunstancias.
ResponderBorrarPor ejemplo, hay quien trabaja en un cementerio o en una morgue y le parece de lo más tranquilo y cómodo. Todo es acostumbrarse.
Luego habrá quien trabaje sentado delante del ordenador, con aire acondicionado, música, etc., pero muy agobiado porque las cosas no le salen bien y encima le presionan.