Uno de mis temas favoritos es el del viaje en el tiempo, tanto en la ficción como en los estudios científicos respecto a éste y la esperanza de que algún día sea posible. Hay varias modalidades de viaje en el tiempo en la ficción; la ideal para mi (y muchos otros) sería aquella en la que la mente de uno sea la que viaje a ocupar el cuerpo del que eras en aquel tiempo pasado que hayas elegido ir. Pero como dije, es una de varias modalidades, y jugando con la imaginación me topé con otra de éstas, haciendo que me preguntara: ¿Y si llegara a viajar tal como soy al pasado para toparme conmigo mismo, y tuviera poco tiempo para advertirme sobre el futuro?
Primero que nada, a la hora de decidir a qué etapa de mi vida ir, o a cuál de mis Yo querría encarar, terminé pensando que el mejor equilibrio en cuanto a joven y sano y a la vez lo más maduro posible para entender las cosas, vendría siendo el que era cuando recién me había graduado de la carrera. En ese exacto momento estaba en mis tempranos veintes, había terminado ese último semestre de la universidad, y solo esperaba terminar el servicio social; además estaba feliz y enamorado de la que era mi novia entonces, quien había sido mi compañera de clase. Pero a la vez estaba muy preocupado por el porvenir, y recuerdo cuánto ansiaba tener alguna advertencia o alguna bola mágica de cristal que me mostrara cuál era el camino correcto a seguir para cada cosa.
Así que imagino que me habría sorprendido si de pronto me apareciera con varios años (y kilos de peso) más, y un rostro con ojeras. A mi Yo del pasado se le ocurrirían en el momento referencias de películas como Volver al Futuro, y luego se mostraría desconfiado. Tendría que enseñarle los tatuajes y las marcas y defectos físicos que son mis señas particulares para que no fuera a creerme un pariente lejano muy parecido que está intentándolo engañar por algo. Pero luego de eso sé que sería receptivo, y sí pondría atención.
Luego vendría lo difícil: saber de qué advertirme, y de qué no. En cuanto a las cosas personales, sería todo un dilema. Podría advertirme de una vez que aquella novia terminaría dejándome mediante una excusa improvisada y el largo tiempo de sufrimiento que vino después de eso, o tal vez debería quedármelo y no arruinar ese tiempo que aún quedaba de estar con ella y feliz, con todo y lo que vendría después. Lo mismo me pondría a pensar respecto a amigos y familiares y lo que pasó en años posteriores, y de qué y quiénes sí valdría la pena advertirme para evitar ciertas cosas por las que pasé.
Y después de todo eso, llegaría lo bueno: advertirme sobre problemas globales del futuro. Y es que me imagino lo difícil que sería mirar a los que son mis propios ojos, y decir: "Necesito que me prestes atención y me creas, por muy extraño que suene. En el futuro, surgió un incidente de salud mundial por un bicho que ha semi-paralizado a todo el planeta, y se multiplicó y extendió un montón de locos que asemejan una fusión de hipsters con radicales pseudosocialistas y los New Age (entre otros), pero con ideas más extremas fastidiando y arruinándole el entretenimiento y hasta el trabajo a muchos, imponiendo en todos lados sus creencias erróneas y anti-científicas sobre el género, la identidad, y censurando todo lo que a sus ojos les parezca ofensivo o dañino". En ese punto, y en especial al oír las dos últimas cosas, mi Yo del pasado haría otra referencia cinéfila de seguro, preguntando si era algo similar a 12 Monkeys (Aún le faltaba algo de tiempo a Contagion para estrenarse, así que por supuesto no la conocía) y a Demolition Man. Tendría que explicarle (o explicarme, ya no sé cómo decirlo) las similitudes y las diferencias, recalcando que es verdad que la vida imita al arte.
Después tendría que asesorarme sobre qué hacer. En ese punto no sé si mi Yo del pasado se instalaría en una postura defensiva y de negación, o tal vez se activaría esa curiosidad siempre presente en mi, y soltaría un bombardeo de preguntas. Sí, creo que sería eso último. Me daría consejos básicos de trabajo, sin olvidar la indicación de vigilar la Bolsa de Estados Unidos y comprar acciones de Google y de Facebook justo cuando salieran. Luego tendría que convencerme de irme de mi país a vivir a otra parte, y que si era posible irme a tal o cual país de Europa, y darme una lista con los pros y contras de cada uno. Y que si no se pudiera, pues entonces a Estados Unidos, pero saber bien en qué estado y ciudad sí, y en cuál en definitiva no.
Tan solo en las recomendaciones sobre trabajo y economía me tomaría un buen rato. Sin olvidar aquellas sobre salud y cuidado personal, sobre todo para atravesar esa barrera de necedad que por siempre me caracterizó, para asegurar no tirar en saco roto los consejos. Tendría que responder las dudas de mi Yo del pasado, además, las cuales serían muchas. De seguro las referencias cinéfilas seguirían, al estilo: "Oye, ¿en el futuro hay algunas cosas como en tal película, o no?". Mencionaría Matrix durante eso, estoy segurísimo. Sería algo duro tener que explicar cómo los celulares evolucionaron a los smartphones, y aunque existen esos adelantos tecnológicos, a su vez no han llegado los descubrimientos y mejoras en el campo de la salud, seguridad, y medio ambiente que hubiera dado por hecho que se llegarían a resolver.
Tendría que explicar que en mi país continúan los mismos problemas que veía en la tele y oía a los adultos comentar cuando era niño, que ese ambiente futurista estilo cyber-punk con muchísimas cosas actualizadas, automatizadas, y de problemas comunes ya resueltos está muy alejado de la realidad, por lo menos hasta esa edad actual en la que estuviera al hacer ese viaje en el tiempo. Tendría que animarme a ser fuerte y a toda costa evitar mis más grandes errores en la vida: la desidia y postergación constantes. Me pondría algo dramático, diciéndole a mi Yo del pasado: "Mírame bien, y no olvides esta imagen. No dejes que lleguemos a esto. Sé algo mejor".
Al final, cuando tuviera ya que volver a mi propio tiempo, ambos estaríamos llenos de angustia y tristeza. Uno por el evento tan raro atestiguado y el anuncio tan siniestro sobre el futuro, y otro por tener que volver y no poder mejor estar allá de forma definitiva, en vez de volver a una época que no va nada bien.
¿Y tú, lector? ¿Qué le dirías o advertirías a tu Yo del pasado?