Una verdadera conversación debe ser un intercambio de ideas entre dos seres capaces no solo de hablar, sino razonar y respetar. Esto que acabo de decir es la mejor definición que existe de ese concepto, ya que muchos o no saben definirlo, o creen fervientemente que el simple hecho de estar dos o más seres hablando ya califica como conversar.
¿Saben cuán triste es eso? Lo podemos ver en todas partes. Si buscas en línea, o preguntas a varios conocidos, te dirán un montón de conceptos incompletos o mal enfocados sobre lo que es el entablar una genuina conversación con una persona. Está el clásico consejo: "Ya sea en una fiesta, en tu escuela o en el teléfono, una buena conversación empieza si están en la misma página y se sienten cómodas platicando entre ellas."
Lo anterior, condicionando el que te agrade la persona y piense igual que tú, para que te dignes a tener una conversación con ella. Como esos hay muchos articulos aqui y allá. Les doy un método más real y simple: ser receptivos, evitar armarse de prejuicios, y respetar al otro. Y no se necesitan libros o panfletos repletos de palabrería rebuscada para saber cómo aplicar esas tres cosas.
Por supuesto que están siempre por ahi aquellas "manzanas podridas" a las que les importa poco tanto el método rebuscado como el simplificado y lógico, y son esas personas en las que pensé al empezar a escribir esta entrada. Andan por ahi, en creciente número, y son merecedores de que uno les retire toda consideración (sí, esos tres puntos que mencioné) y dejarles ahi solos hablando. A continuación, algunos tipos de malos conversadores. De los que hacen preferible hablar con uno mismo:
1) El "Story Topper"
Éste es conocido por muchos, por no decir todos. Su necesidad de superar lo que se está contando es abrumadora. Es un acomplejado, un irrespetuoso necesitado de reconocimiento y atención. Tal vez no sería tan odioso si tuviera la decencia de no interrumpir, pero eso es parte de su patológico modo de interacción.
El último de esos que me topé fue en un trabajo, estando en capacitación. Como todos los de su especie, esperaba al momento crucial para entrar con su triunfal comentario. Por decir, si uno comentaba "Yo tenía una novia muy guapa", el infeliz de inmediato interrumpia para decir que su exnovia era aún más guapa, y estaba buenísima, y sus pezones echaban vino de un lado y cerveza del otro".
Al principio se le soportó, como uno suele hacer. Pero luego ese cabrón parecia que buscaba superarse. Si decias que te asaltaron y lanzaste golpes para librarte, él decía que se defendió con una katana contra ladrones que resultaron ser ninjas. Finalmente fui yo quien le dijo frente a todos que era eso, un 'story topper' que no dejaba de interrumpir. Él, muy indignado, creyó que me estaba castigando al borrarme de sus contactos de Facebook. Al contrario, a cada persona odiosa, creída, y grosera, le agradezco infinitamente que me borre. Son nubes en mi vida, todos ellos: cuando se van, todo brilla y sale el Sol.
2) El interrogador interesado
Es normal que se hagan preguntas al conversar. De hecho, cuando no las hay, o solo uno las está haciendo, es que dicha conversación ya se precipitó al carajo. Se necesitan, por triviales que lleguen a parecer, ya que forman eslabones en la plática.
Cuando el interrogador interesado llega, oscurece y manda a la mierda la pureza misma de lo que es conversar. Éste desgraciado jodevidas hace preguntas, pero no en justa medida ni porque realmente le importe. A él le daría igual si por depresión uno se lanzara de su azotea. Bueno, en mi caso, mi casa es de un piso; solo me rompería la madre e iría al hospital con huesos rotos y saliendo en los noticieros amarillistas. Digamos que de un edificio, mejor.
El punto es que a él le da igual, lo que hace es exprimir información para poderla usar a su provecho: quedar bien contigo, chismear y quedar bien con alguien más, y ver qué cosa te puede pedir (o sacar, más que pedir). Si esto les parece exagerado, pregunten a conocidos suyos que sean médicos, sobre aquellos que intentan sacarles consultas gratis. Ellos les dirán cuán real es este tipo de "conversador".
Hay un experimento para quienes deseen realizarlo, si es que quieren identificar el máximo nivel de aquellos conocidos suyos que corresponden a éste perfil. Es como poner a un organismo patógeno en maduración acelerada dentro de un ambiente controlado, y ver los resultados.
¿Quieren saber cuál es? Diganle que se ganaron un premio en la lotería. Claro, no el mayor, pero que coincida con alguna compra notoria que hagan. Cuando se los digan, vendrán a bombardearles de visitas y preguntas para saber cómo, cuándo, y dónde gastarán el dinero. Y en efecto, estarán dándose sus habilidades para intentar sacarte una inmerecida rebanada de ese pastel.
3) El monotemático de identidad fracturada
Apuesto a que al leer el nombre de éste, te preguntas por qué lo llamo así. ¿Cierto? No, no soy adivino, es obvio que un perfil de tan vistoso nombre exigiría una explicación, como Condorito. Ja, qué ridículo, lo sé. Disculpen la referencia.
Tu identidad se compone de espectros, sub-divididos y adecuados a cada entorno y circunstancia. No vas con tu mamá a mostrarte como el libidinoso cachondo de ojos libertinos que tu mujer conoce, o a tu trabajo mostrandote en horas de oficina como el borracho escandaloso y desmadroso que conocen tus amigos. Estas sub-divisiones se acoplan y en ciertas ocasiones pueden fundirse o andar de la mano.
¿Qué pasa entonces, y por qué mencionar una "identidad fracturada"? Porque algunos nutren en exceso ciertos aspectos de su espectro de identidad, y otros los mandan al diablo, creyendo que es lo correcto y asi se ganan puntos con Dios, la familia, o la sociedad. Un claro ejemplo es una mujer casada que se enfrasca en la identidad de madre, y olvida que aparte está su identidad como mujer/ente femenino de atributos y necesidades de placer.
Los ejemplos sobre éste conversador pueden ser muchos, pero los más identificables son dos: el padre/madre con fijación hacia sus hijos, y el trabajólico que no para de hablar de sus labores. Al parecer nadie les hace entender que no es que esas cosas de las que hablan no sean importantes, solo que no son lo único en el mundo y resulta enfermizo el que intenten absorberle a uno en ese ciclo continuo. Y encima te critican. Para ellos, eres TÚ quien está mal por no ser monotemático como ellos.
Mucho mejor dejarles a un lado. Ah, por cierto, si llega a extinguirse aquello que era su fijación (se mueren los niños, lo despiden del trabajo y no encuentra uno nuevo por más que busca), ¿a quién buscan? Sí, a ti, a quien tanto criticaban antes.
4) Los gritones que no dejan hablar
Cuando realmente es una conversación, se debe permitir que cada uno tenga tiempo de hablar y terminar de expresar su idea. De otra manera, son dos o más personas absortos en sus propios monólogos.
Dentro de este creo, en lo personal, que se ubica aquel que completa las frases de otros y no deja que sea uno quien la termine. Por lo general son los mismos.
Creo que éste no es tan dificil de retratar. Basta con que busquen dos cosas: programas de "debate" político, y programas de "analistas" deportivos. Y créanme que el uso de apóstrofes es más que justificado. Los primeros, de debate no tienen nada. Y los segundos, no imagino cuánta capacidad de análisis y entrenamiento se necesita para salir y repetir continuamente cosas como "el equipo X tuvo más presencia, y tocó más el balón" u otras que se les oye decir una y otra vez.
Meterse de pronto cuando otro no ha terminado de hablar, y creer que la voz más chillona o grave o quien grite más obtiene el derecho de hablar es una estupidez. Quienes hacen eso son unos pinches trogloditas sin educación. Si los ves, no hay mucha diferencia entre eso y un grupo de changos aventándose excremento unos a otros.
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La lista puede seguir, por mucho. Y como dije: mejor hablar con uno mismo antes que con ese tipo de gente.
Siempre habrá desacuerdos, gente con quien uno no puede congeniar, y confusiones a la hora de que se inicia y mantiene una plática. Pero eso no debe ser excusa, entre individuos maduros y racionales, para dar rienda suelta a los peores defectos de carácter de uno.
Y si eres alguno de los mencionados en este escrito o alguna otra categoriá especial, haz el favor de corregir esa cagante y vomitiva forma de ser, o no impongas la tortura que es tu presencia a otros. Si quieres usa un peluche o maniquí, o paga a una prostituta por hora para que te escuche hablar sin parar, y deja a tus pobres conocidos -que sí saben comportarse al conversar- en paz.