Si lloro, lo acompañaré con algun soliloquio. Que jamás llegue a oídos de otros, que tenga como mudo público los retratos de mi sombrío hogar.
Si fatigado estoy, acompañaré mi reposo con visiones de páramos oscuros, de un lugar bautizado con mil nombres, retratado por mil pintores en sus más siniestras visiones.
Si solo estoy, compondré una canción para cada persona que estuvo y ya no está. Los amados y los odiados, pues hay letras para cada cual. Cantaré, y gritaré in crescendo, haciendo de acompañamiento una peculiar percusión. Golpearé las paredes hasta un dulce rojo ver, hasta un dulce crujir en grandiosa armonía.
Si en la burla de otros me hallo, ensalzaré el ridículo y lo volveré mi propia obra teatral. El Teatro del Absurdo frente a los humanos, que lo son otro tanto. Haré aún más consciente la palabrería vana de otros, serán los animales en mi cuento. Pues eso son, homo sapiens, el máximo ridiculo del mundo. Ante ustedes, reverenciaré la ridiculez de su existencia con la mía propia.
Veré ir y venir a anónimos, cobardes, y tramposos; que infantiles como son, hablan y hablan. Aplaudiremos todos y les dedicaremos una ovación, a esos campeones de lo sucio, a esos que en el parto mas bien fueron defecados por sus madres. Y reiremos como en el más bajo antro cómico, mientras les vemos dar uso a su lengua y dedos en lo unico que bien saben hacer.
Y ya en el que es el último de todos los viajes, quiero que se reparta del más costoso vino y carne del más fino corte, mientras yo yazco a poca distancia y no puedo ya comer. Que se deleiten en su indiferencia, como lo fueron en vida. Que mi partida se convierta en arte. Que se les dé entretenimiento, del tipo que han buscado siempre, del que no hallan ya en la cama con su pareja, el que les distrae del dolor que les hace ya no saborear su comida y existir, en efecto, también en soledad.