Alexander Strauffon



22 mar 2013

Desdicha TV

Strauffon

Asomándose a la realidad en un mundo, siendo cada canal la vida de una persona, una mano tomó el control remoto, para encender ésa televisión mágica y especial. Una mirada a vidas reales, en distintas ubicaciones y tiempos, de aquello que ocurre o eventualmente ocurrirá en el mundo, y AL mundo:

*ENCENDIDO*

278

Dos naves pasaron por encima de sus cabezas, partiendo a su patrullaje nocturno. Ella las miró, y luego a una de las imponentes torres. Con todas esas luces, esas ventanas que se perdían de vista en las alturas eran como las luces de un árbol de Navidad.

- Tú recuerdas los incidentes en los EU – dijo el jefe.

- Si, como olvidarlo.

- Ese fue el inicio del ansia armamentista de su nación. Desde entonces se dieron cuenta que los radicales no eran los enemigos; Ellos fueron los instrumentos para hacer que una nación se levantase contra otra, algunos haciéndolo (que ironía) “en nombre de la paz”.

- Con los Neo-Talibanes también hay problemas...

- Y siempre los habrá. Igual que en Medio Oriente tienen los suyos, en Europa lo mismo, y nosotros con estos casos que tenemos entre manos. La creciente violencia la vemos en todos lados, como una enredadera que es necesario cortar. Y nosotros somos el UNICO remedio a esto.

*CAMBIAR CANAL*

191

pistola y revolver

Cuando entró, quienes le conocían (la mayoría) le saludaban asintiendo la cabeza. Para ellos era como un compañero varón más. En efecto, la detective Delia era una lesbiana. Un ejemplo de esa trillada frase “un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer”. Ella solia bromear, diciendo que esas eran las características que le habian ayudado a ser promovida, pues lo más cercano a un detective varón era una hombruna. Con todo esto, no sentia para nada ser un ser grotesco o antinatural...

- Tu café, Delia – Su compañero le tendió un vaso.

- Gracias.

Se quedaron un momento contemplando la escena del crimen. Tirada en el piso, boca abajo, una joven desnuda. Ambas muñecas de sus manos tenían aun las ataduras color negro; había sido sujeta y estirada de sus extremidades mientras recibía castigo. Había laceraciones profundas en espalda, nalgas, y muslos. Uno de los expertos presentes confirmó que había sido violada. Luego de la inspección de rigor, Delia y su compañero salieron al patio. Dio un sorbo a su café.

- Nuestro muchacho es en serie. Un hombre culto, preparado. Las precauciones que toma nos indican a un perfeccionista en su labor.

- ¿Hablaste ya con la gente que dijiste? – le preguntó su compañero.

*CAMBIAR CANAL*

286

(En el cuarto de Cecille, de noche, conversan Cecille y Alondra)

CECILLE: (sentada frente al espejo cepillandose el cabello) La vida es mas un camino que un destino, mi amiga. ¿Es eso lo que me dices?

ALONDRA: (sentada sobre la cama) Asi es. Y por favor, dame un instante para convertirte a mi opinión (sonríe); ¿No te has preguntado el porqué de la ausencia de la felicidad definitiva en todos los hombres y mujeres? Es por ello precisamente, por ver la dicha como un destino lejano, algunos creyendo como los piadosos y creyentes que es un estado que solo conoceremos después de morir. ¡Vaya una cosa! Yo me pregunto: ¿Qué objeto tendria venir a pasar decadas de penurias y carencias, haciendo sacrificios en esta existencia con la promesa de vivir dichoso en otra, de la que ni siquiera hay pruebas de que exista?

CECILLE: Pero entonces, ¿Qué tiene que hacer el hombre? (deja el cepillo y voltea a verla) Tal vez resignarnos todos los mortales a que la felicidad es un inducido estado de estupidez, y que especialmente nosotras las mujeres estamos encadenadas a ese tormento de no poder hablar, opinar, y mucho menos vivir y disfrutar siquiera la mitad de las cosas que nuestro ser clama con todas sus fuerzas.

ALONDRA: no es asi. La felicidad es un estado REAL, al que se llega por medio del placer que se vive en cada uno de nuestros sentidos. He ahí el error de tantos: que consideran la felicidad como el premio por vivir en la carencia, cuando la formula mas sencilla es la verdadera; disfrutar de todo lo mas posible, y en ese extasis encontrar la gloria…

*CAMBIAR CANAL*

303

Strauffon

(Un joven, aún estudiante de universidad, hablando solo en casa e intentando tomar valor para en ese momento suicidarse, a causa del abandono de su novia de años)

"¿Qué fue de esos amorosos besos que de ti yo recibí? ¿En que te has convertido? ¡Dime! Ya no eres la que conocí. Algo o alguien te ha cambiado. Mis sueños a tu lado me ha robado. Se ha robado a esa mujer tierna y buena, y tan sólo ha dejado un maniquí..."

*CAMBIAR CANAL*

616

Al primer disparo, que penetró en su vientre, cayo de rodillas. Aún se escuchaba el eco en el devastado sitio. Otro más, en el pecho, y la sangre salpicó en un chorro. Ella miraba ya al vacío con el rostro reflejando el mas intenso e innegable dolor.

Un último disparo inmediatamente, pegando el cañón del arma a su boca, y varios pedazos de hueso y carne que solían formar un rostro femenino se esparcieron por el suelo.

*CAMBIAR CANAL*

777

Una pareja, ambos sentados. Del otro lado del escritorio, un hombre con los codos recargados en éste, intentando hablarles de forma lenta y suave:

Porque, verán: a su hijo sonido distorsionado, inaudible, y los médicos concuerdan en que tiene sonido distorsionado, inaudible de vida...

*APAGADO*

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9 mar 2013

La costumbre de culpar a otros

 Mundo Sociedad Seguridad Salud, Relatos Recuerdos Criticas   
Es tu culpa

En cierto lugar, una mujer vive con su madre. Dicha mujer tiene N años, profesionista, soltera, y con una rutina simple e inquebrantable respecto a su vida personal y laboral. Mismas actividades, misma hora para cada una de ellas, sin excepción.

Como la mamá tiene un negocio propio, a veces la gente va a tocar a su puerta, cosa que la propia dueña ha autorizado y ha dicho a sus clientes que hagan. La hija les ha gritado cuando han ido a llamar, les ha sermoneado, y hasta ha caminado hacia ellos para encarárseles, con dificultad y dando esos pasos en vaivén tan incómodos debido a su sobrepeso. En resumen: una mujer enojada sin pareja que le grita a desconocidos. Y en una ocasión que pasé por ahí, la escuché hablando con su hermana y su mamá. La mujer acusó a su hermana de haber tenido las cosas más fáciles porque ella sí es bonita y simpática, a su madre de no haberle vigilado y condicionado con el método que fuera para que así no comiera y engordara, a los vecinos y conocidos por no respetarla o alegrarse al verla tanto como cuando ven a su mamá y hermana, y al final culpó a dos famosos personajes a quienes muchos gustan de responsabilizar de todo: Dios, y el Diablo. Porque su gran desdicha conjunta seguramente se debía a la acción de uno de ellos dos. Compré lo que iba a comprar, y al irme, empecé a recordar. El pasado, de mis extintos grupos, mis antiguos conocidos y colaboradores, y la niñez.

I. "Ese niño no es buena influencia", los padres preocupados de los años 90.


Nirvana - In Utero album

CD del álbum "In Utero" de Nirvana, el cual junto con su portada de la figura angelical causó exagerada molestia en algunos padres al verlo en posesión de sus hijos

De los que tuve de amigos en mi infancia, he escrito más de una vez. Los altibajos de la relación de amistad, la decisiva influencia de ellos sobre mí, y viceversa. Y como es lógico, un fuerte elemento presente son los padres. Son quienes dan los permisos, juzgan lo que les parece conveniente o no, y toman decisiones a nombre de sus hijos que afectarán su futura vida como adultos.

Una época peculiar, ese entonces. Y en lo que a los padres y la sociedad se refiere, la constante más observable era el gusto por encontrar chivos expiatorios. Responsabilizarles. Lavarse a sí mismos de cualquier pizca de conciencia que les indicara que eran ellos los del papel decisivo. Así es como empezaron a tirar a la basura los cassettes y CDs de Nirvana, diciendo que por culpa de ellos sus hijos estaban descontentos e inconformes. Como si fuera Kurt Cobain el encargado de la educación y cuidado diario de ellos.

Entre ese afán de culpar "al otro", quedé inmerso yo también. Los padres de algunos de mis amigos de entonces eran amables. Sabían ser corteses, y mantenerse al margen, a menos que en verdad fuera necesario intervenir. Pero hubo otros que realmente merecían aparecer en un libro de texto... de psicopatología. Desde ese entonces me convertí en el "malo del cuento", a quien al parecer los padres le veían un descomunal poder e influencia de llegar a corromper a sus retoños.

Un amigo del pasado era un ejemplo de esto. El papá ganaba muy buen dinero. Buen puesto, buenas inversiones aparte de su ingreso principal. Pero tras esas comodidades, estaba un hombre que creía que todo mundo quería con su hija. En cuanto a mí y los demás amigos del grupo, no se equivocaba, debo reconocerlo. Pero el papá de mi amigo llegó al extremo de a veces no querer que ni mi amigo ni su otro hermano la abrazaran o tocaran tampoco, algo que abría camino a numerosas sospechas respecto a "Papá Protector".

Una vez, éste tipo y yo estábamos en su casa trabajando en los proyectos finales de la escuela. Entre los dos nos terminamos los refrescos que había. Cuando el papá llegó, vociferó sobre sus refrescos, enojado de que nos los hubiéramos acabado, sermoneó a más no poder, y pateó la videocassetera de su sala. Todo para que al final acabáramos haciendo lo que se pudo hacer desde un inicio sin tanto drama: ir a la tienda, y comprar suficientes refrescos para que se los bebiera hasta que le explotaran los riñones, si así deseaba.

Luego de sus numerosos alegatos sobre mi "mala influencia", y a que seguramente su hijo y yo éramos amantes, por el hecho de llevarnos bien e ir a fiestas y antros con los demás de nuestro grupo en ese tiempo, el hijo y yo finalmente dejamos de tratarnos. No por eso, sino por nuestros propios conflictos internos. La hija, al paso del tiempo, se convirtió en mamá soltera y ahora vive en la casa paterna. El otro hermano estudió y emigró a Estados Unidos. Y el que antes fuera mi amigo se casó luego de otros incidentes y altibajos en relaciones previas en su vida.

Hasta el final, el padre sostuvo que yo soy quien era la mala influencia, el mal ejemplo, y que mi deseo era hacerle algo malo no solo a mi amigo, sino en general a sus hijos. Aún si ese hubiera sido mi deseo, no habría tenido que mover un dedo, él mismo ya había hecho ese trabajo sucio de forma espléndida.

II. Los religiosos y yo; "Primero Dios que tus libros"

Fanatismo

Hay algo que deseo dejar en claro: no es que no crea en la posibilidad de que exista Dios, ni su contraparte. Por el contrario, creo que por ahí deben estar esas dos fuerzas o conciencias a quienes han etiquetado con ésos nombres. No, amigos ateos, no me crean inferior ni ingenuo, ya que al más puro estilo pragmático; si ellos están allá en algún sitio, ahí seguirán. Nostros estamos aquí. En la adolescencia, tenía ya rato de, aún creyendo en Dios, no practicar de forma activa religión alguna, y hubo dos personas a las que no les gustó para nada ésto: los padres de otro amigo: "J".

En este caso sin duda yo era el malo para ellos. Negar las llamadas por teléfono, regañarle si hablaba conmigo (aunque estábamos en el mismo salón y mismos equipos de trabajo en las clases), y otras cosas eran algo habitual. J y su hermano eran religiosos, hijos de un rígido y agresivo ministro-pastor de iglesia protestante, y una madre enemiga de todo aquello que fuera divertido y alegre.Y afirmaban que no faltaba mucho para que iniciara a su hijo en algo.

En efecto, a J lo inicié, no a seguir creencia alguna, sino a hallarle gusto al alcohol, la fiesta, las mujeres, y el tabaco. Y el deseo de conocer algo más que aquello a lo que le tenían acostumbrado, movió a J. a buscar sus propias experiencias. "Mamá Metiche" no podía quedarse de brazos cruzados, y con ganas de causar problemas, apareció en mi casa a contárselo a mi madre, la cual le contestó que lo que se espera de los jóvenes es que tengan salidas, amistades y noviazgos, y sean necios y rebeldes. Y que se trataba solo de que no atentaran contra su salud y vida. Mi madre mostró una actitud más madura y tolerante al mandar lejos a esa señora y sus intenciones de causar problemas, o de culparme por los cambios en su hijo que empezaban a ocurrir.

En cuanto al padre, el honorable ministro, hay tanto que decir que más conveniente sería en algún momento escribir un libro sobre él y su forma de manejar su congregación, los recursos de su hogar, y la vida de sus hijos. Pero claro, los malos eran los de fuera, los que pensaran y vivieran de forma distinta.

III. Conclusión

Afortunadamente estoy lejos de ser como aquellos que gustan de encontrar chivos expiatorios, a ese "otro" que fue quien con su inmensa e innegable fuerza te hizo cometer una mala decisión, perjudicarte, sabotearte.

En algún momento fui de esos, pero por fortuna ya no. Porque no es el cantante, ni el escritor, ni el amigo de fuera o cualquier tercero quien carga la mayor responsabilidad. Dejar de culpar a otros siempre por todo lo malo que nos sucede o por lo que dejamos de hacer, y reconocer la propia responsabilidad. Y ojalá que lo aprendan las siguientes generaciones también.

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