La mayoría de mis entradas escritas son para ojos de cualquiera que quiera tomarse el tiempo de leer, decidir qué de provechoso le encontró a lo escrito, y finalmente ejercer su derecho de estar de acuerdo o en desacuerdo.
Pero en otras ocasiones, está más allá de esa perspectiva exageradamente relativista del "bueno, a fin de cuentas es tu opinión". Hay cosas que no pueden reducirse a eso y decir que es lo que solo a mi o a algunos le parecen. Es una verdad probada, y si eres del sector que hace negación a ella, temo decirte que tu cerrazón te tiene marinándote cual filete en tu propia ignorancia.
Y no es que vaya a abordar el tema de creencias religiosas versus ciencia aplicada y pensamiento lógico; aquí se trata de algo más definido, y cuyo rechazo en ciertas personas es evidente. Creen que es un juego, que no es algo importante, que no merece ya no digamos su aprecio y respeto, sino que no le dan ni la mínima atención.
¿De qué hablo? De lo importante de los números, las matemáticas en nuestra vida. Y de la gente que se cree graciosa o en lo correcto al decir que no son tan útiles, que no las necesitan tanto, y encima andan compartiendo por Facebook esos estúpidos memes diciendo "Sigo esperando a tener que usar esto en la vida real". Por cierto, ¿vida real? Tal vez creyeron que cuando estaban de estudiantes se encontraban en Nunca Jamás, o en Narnia.
Así que esta entrada es un mensaje simplificado para ese tipo de gente. Sí, para ustedes, señores de la nula apreciación a aquello que les cueste tiempo y esfuerzo entender. Y no se preocupen, no habrá palabras complicadas o argumentos excesivamente extensos, sé que tampoco les gusta mucho leer.
Primero, para responder a lo que se preguntan de por qué son necesarias y en qué se aplicarán, la respuesta tal vez la han oído ya: en todo. Y la mente las necesita. De igual forma que las extremidades y músculos requieren ejercitarse para tener fuerza y resistencia, las matemáticas son la rutina de gimnasio de la mente. Permiten que el sujeto establezca apreciación de espacio, tiempo, y recursos. Y gracias a eso, podrá desempeñar otras acciones y adquirir habilidades.
Dicho sea más simple: la mente que desde joven se enseño a prontamente resolver problemas matemáticos, de grande se vuelve aquella que rápidamente decide si meter a quirófano al paciente o ponerlo bajo coctel de medicamentos (si es un doctor), si reforzar y actualizar una estructura o tener que rehacerla desde cero (si es un ingeniero), y así los químicos en los laboratorios, profesionistas en informática y en seguridad, etcétera. ¿Me explico?
Así que piénsenlo dos veces antes de dejar que sus hijos se hagan pendejos obteniendo el mínimo de calificación para pasar matemáticas, para terminar olvidando lo que estudiaron unos días después. ¿O dónde está todo ese "gran amor" y los discursos de "yo quiero que mi hijito sea bien chingón, yo doy mi vida por mis hijos"? Hagan que estudien y no por pasar clases, sino por realmente aprender. Así debieron hacer con ustedes, señores y señoras del club "Odio las matemáticas".
Segundo, esa maña por decir "pues es que en mi trabajo no ando ocupándolas más que para cosas del banco". Sí, pero olvidas una cosa: aquellos en los puestos siguientes al tuyo seguramente dan un mayor uso a la aritmética y cálculo, y de ellos depende tu propio puesto. Y si eres alguien de negocio propio, más fácil aún señalarte algo: de llegar a expandirte, o de aparecer una crisis que ponga en peligro tu trabajo, ¿crees que no te convendrá tener el mayor conocimiento posible sobre lo que hacen en contabilidad y costos, sin mencionar lo de Hacienda y cómo se calculan y declaran impuestos? Porque si eres de los que finge demencia ante eso como un niño tapándose los oídos y gritando lalalalalalala, menuda joda que el mundo te va a poner.
En la historia
Al principio, la necesidad del hombre de poder medir le llevó a emplear su propio cuerpo como base comparativa. Durante siglos fue desarrollando medidas numéricas de conteo basadas en dedos pulgaros, brazos, o pies, a fin de conseguir unidades estandarizadas.
El "codo" como medida mencionada en la Biblia y otros textos de hace miles de años fue establecido como la longitud o distancia desde el codo hasta la punta del dedo medio en el antebrazo del rey Og de Basán, quien perdió su reino frente a los israelitas. Equivalía a poco más de 22 pulgadas, siendo dividido por los egipcios después en "dedos" y "palmos". La anchura de cuatro dedos equivalía a un palmo; y siete palmos constituían un codo.
Luego vino la pulgada, representando al principio la anchura del dedo pulgar del hombre. En el siglo XIV, Eduardo I de Inglaterra decretó que en lo sucesivo equivaldría a tres granos de cebada seca medidos longitudinalmente. Era tremendo, ese Eduardo I. Para que sepan quién es, Señores y Señoras Anti-Matemáticas, a él lo vieron seguramente en la película Corazón Valiente. Era él, el rey apodado Longshanks o "Zanquilargo".
Poco después, el monarca también inglés Enrique VIII estableció la yarda para que dejara de ser como hasta entonces una medida vaga. En vez de que fuera una zancada humana, sacó la unidad partiendo de su nariz hacia la punta de su pulgar extendiendo el brazo lo más posible. Lo pasaron a una barra de bronce, y así surgió la primera yarda para medir. Me pregunto cuántos jugadores y fanáticos de la NFL y los famosos partidos del Superbowl saben eso. Pero bueno, continuemos.
Sistema métrico decimal
El sistema métrico de peso y medida fue elaborado por doce científicos, reconocidos en la Asamblea Nacional Francesa de 1791. Su idea fue hallar una longitud fundamental que existiese ya en la naturaleza, a la cual llamar "metro" por la palabra griega metron, que significa medida. Y posteriormente basarse en esa unidad para crear un sistema de múltiplos de diez.
La longitud elegida fue una fracción de la circunferencia de la Tierra, medida según una línea que pasara por los polos. Midieron 1/4 de ella sobre un meridiano pasando por Francia, y para reducirlo a una unidad manejable, la dividieron por diez millones. Así surgió el metro, más manejable que la yarda, a pesar de la resistencia principalmente de los norteamericanos a adoptarle.
Otros sistemas de medición de gran importancia y que hay que reconocer son el del tiempo (por supuesto), y el de la temperatura, con Gabriel Daniel Fahrenheit formulando su sistema de medición de calor, y el físico francés René de Reamur usando termómetros de alcohol para asignar el cero en éstos y dividiendo el volumen de alcohol en el tubo a tal temperatura en 1,000 partes iguales, con sus correspondientes señalizaciones hasta llegar a la ebullición en 80 grados de su escala. Diez años después de eso, Andres Celsius mejoró e implementó su escala ahora conocida por todos.
Números... y bebidas alcohólicas
Para aquel que no le importe lo ya mencionado: que el médico que lo llegue a atender sea preparado y hábil gracias a los números y matemáticas, saber de distancias y peso, la importancia del trabajo y las ganancias basándose también en ello, el tiempo, y la temperatura... creo que con ésto captaré su atención: las bebidas con alcohol son lo que son gracias a las matemáticas, y si no se aplicara nada de éstas a la elaboración de los placeres de Baco, no serían lo que son.
Los licores (whisky, vodka, etcétera) se componen de alcohol, agua, y esencias aromáticas. Antes del siglo XVIII, se valían de un método simple para determinar la calidad de la bebida: se mezclaba igual cantidad de alcohol y de pólvora y se aplicaba una llama a las dos. Si la mezcla no se encendía, el alcohol era muy débil. Y si el resplandor resultaba ser excesivo, era demasiado fuerte. Se volvía aceptable si la mezcla ardía pausadamente con una llama azul.
En 1803, Bartolome Siked inventó un hidrómetro para densidad o peso en las mezclas de agua y alcohol. La prueba era una medida sencilla y directa de realizar, variando el nivel aceptable en cada país. En Reino Unido, se tomó el 57.1% de alcohol y 42.9% de agua. Ésta es la denominada prueba de 100. Al establecer los "grados" en las bebidas es donde está la diferencia, siendo los 70 grados ingleses equivalentes a 80 grados en Estados Unidos, y así variando en otros países. A la hora de aplicar ésto, y mantener los niveles optimos durante la elaboración del producto, los borrachines deben estar agradecidos que los que lo hacen si saben calcularle y hacer que su sabor sea así de bueno en vez de cualquier porquería.
Así que valoren las matemáticas, chicos y chicas. Sin ellas, aquello que les da placer y vida se reduciría a cero. Y con ello, su existencia.