Hermosa. ¿Quien podia negar que lo fuera? Con su largo cabello castaño y tez blanca, y esos dos lindos pechos que asomaban siempre en su cuidadosamente elegida vestimenta. Así era, y así es. ¿Su nombre? ¿Qué puede importar un nombre? Llámala como la que fue tu último amor. Y si eres mujer, llámala como esa última amiga que tuviste y se alejó. Aquella que tenia encantos que rivalizaban con los tuyos, o los superaban. O nómbrala igual que aquella otra que causó en ti tal impresión, que hizo asomar por un momento un deseo lésbico, mismo que callaste y reprimiste ante el qué diran... Y ella era...
Una mujer. Del deseo, y criatura sensual en ebullición. Cuando se presentó ante el hombre que la esperaba, parecía rodeada de un aura visible solo para aquellos de amplio andar en el camino del amor y el desamor. A ella le provocó confianza. Quizá porque este era el primero en mucho tiempo que no la miraba con deseo, y tampoco con desprecio. Y en verdad, él no sentía ni una ni otra cosa. Solo la miraba. Y solo deseaba dejarla hablar.
Le preguntó ella si tenía un cigarrillo que le vendiera. El asintió y le extendió la cajetilla. Cuando quiso darle unos pesos por lo otorgado, él hizo un gesto con la mano negándose, sonriendo. Le tendió el fuego, y la llamativa boca de la mujer dejó salir el humo graciosamente. Él encendió un cigarro a su vez, y con una mirada, sin decir palabra, le hizo llegar el mensaje: "Habla."
Y la Puta habló. Y él escuchó:
A mí también me lastimaron -dijo - y decidí responderle al mundo de igual forma...
Yo me dije de pronto un día, que sería descarada, la puta más completa y lista que un hombre se pudiera encontrar. Evitando el amor, porque ahora sé que a donde conduce es al sufrimiento y a la ruina. Mejor abracé otro camino, que si me gusta, y que gana siempre.
Y me siento a gusto. Créeme, muy a gusto. Ya no di marcha atrás en eso y tuve que sacrificar a uno tras otro para no ser yo la victima a la que sacrificaran. Y no se me ocurre algo más lógico que eso. Lastimé a muchos pobres. Muchos novios. Me lloraron, me odiaron, me suplicaron. Pero no podia doblar las manos si dejaba mi empeño. Yo debia conseguir una posicion y propiedades estables. Porque para ser alguien como mujer en este mundo, hay que ser cabrona y puta a la vez. A las niñas buenas no las quieren. Las niñas buenas son un hoyo con una bonita envoltura, así las ven sus hombres. Y meten el pene tanto en ellas como con otras, por igual. Y por cierto, acaban viniendo con nosotros, las que somos llamadas con el apelativo tan peculiar...
"Puta". ¿Por que creen que nos insultan cuando dicen eso? Los hombres nos buscan, y las mujeres quieren ser como nosotras. Después de todo, nosotras retenemos mejor a sus hombres que ellas mismas. Ellos siguen volviendo a nosotras, y en determinado momento, a su propio hogar ya no. La puta viene de la Creación misma, aprobada por Dios, quien con Eva y Lilith nos dio a las protoputas por excelencia. ¡Qué no harian si se quedaran sin nosotras! Imaginar el mundo así no es nada reconfortante. Mujeres insipidas, y hombres sufriendo, ávidos por alguien diferente y excitante. Maldicen todo lo que quieren, pero al final es a otra puta la que van a buscarse para lavar y retirar el recuerdo de la última.
Somos de la Naturaleza. No respetamos su doble moral en ninguna de sus sociedades. Triunfamos. Lo que Alejandro Magno hizo... sus conquistas... está a una apertura de piernas de distancia. NUESTRAS piernas, NUESTRA victoria. Todos lo saben. Nuestros antiguos hombres lo saben, aunque nos maldigan por haberlos dejado. La Iglesia lo sabe, aunque sigan escupiendo palabrería hueca todos los domingos, a una congregación de gente peor: putas disfrazadas de santas, putas de closet. Aleluya.
Dile a todas, hombre que analiza -o que pretende analizarme-. Diles que te entrevistaste conmigo hoy, y que yo les digo que no nieguen su favor a nadie, y avancen con el rigor de una avanzada militar. Sin detenerse. Porque en la jungla, al tener que elegir entre devorar o ser devorado, creo que la decisión es obvia. Y a esos que están resentidos y deseándonos lo peor: que nos maten de una vez, o que dejen que la sociedad nos dé un buen uso. Y ningún mejor uso que el placer.
Una mujer. Del deseo, y criatura sensual en ebullición. Cuando se presentó ante el hombre que la esperaba, parecía rodeada de un aura visible solo para aquellos de amplio andar en el camino del amor y el desamor. A ella le provocó confianza. Quizá porque este era el primero en mucho tiempo que no la miraba con deseo, y tampoco con desprecio. Y en verdad, él no sentía ni una ni otra cosa. Solo la miraba. Y solo deseaba dejarla hablar.
Le preguntó ella si tenía un cigarrillo que le vendiera. El asintió y le extendió la cajetilla. Cuando quiso darle unos pesos por lo otorgado, él hizo un gesto con la mano negándose, sonriendo. Le tendió el fuego, y la llamativa boca de la mujer dejó salir el humo graciosamente. Él encendió un cigarro a su vez, y con una mirada, sin decir palabra, le hizo llegar el mensaje: "Habla."
Y la Puta habló. Y él escuchó:
A mí también me lastimaron -dijo - y decidí responderle al mundo de igual forma...
Yo me dije de pronto un día, que sería descarada, la puta más completa y lista que un hombre se pudiera encontrar. Evitando el amor, porque ahora sé que a donde conduce es al sufrimiento y a la ruina. Mejor abracé otro camino, que si me gusta, y que gana siempre.
Y me siento a gusto. Créeme, muy a gusto. Ya no di marcha atrás en eso y tuve que sacrificar a uno tras otro para no ser yo la victima a la que sacrificaran. Y no se me ocurre algo más lógico que eso. Lastimé a muchos pobres. Muchos novios. Me lloraron, me odiaron, me suplicaron. Pero no podia doblar las manos si dejaba mi empeño. Yo debia conseguir una posicion y propiedades estables. Porque para ser alguien como mujer en este mundo, hay que ser cabrona y puta a la vez. A las niñas buenas no las quieren. Las niñas buenas son un hoyo con una bonita envoltura, así las ven sus hombres. Y meten el pene tanto en ellas como con otras, por igual. Y por cierto, acaban viniendo con nosotros, las que somos llamadas con el apelativo tan peculiar...
"Puta". ¿Por que creen que nos insultan cuando dicen eso? Los hombres nos buscan, y las mujeres quieren ser como nosotras. Después de todo, nosotras retenemos mejor a sus hombres que ellas mismas. Ellos siguen volviendo a nosotras, y en determinado momento, a su propio hogar ya no. La puta viene de la Creación misma, aprobada por Dios, quien con Eva y Lilith nos dio a las protoputas por excelencia. ¡Qué no harian si se quedaran sin nosotras! Imaginar el mundo así no es nada reconfortante. Mujeres insipidas, y hombres sufriendo, ávidos por alguien diferente y excitante. Maldicen todo lo que quieren, pero al final es a otra puta la que van a buscarse para lavar y retirar el recuerdo de la última.
Somos de la Naturaleza. No respetamos su doble moral en ninguna de sus sociedades. Triunfamos. Lo que Alejandro Magno hizo... sus conquistas... está a una apertura de piernas de distancia. NUESTRAS piernas, NUESTRA victoria. Todos lo saben. Nuestros antiguos hombres lo saben, aunque nos maldigan por haberlos dejado. La Iglesia lo sabe, aunque sigan escupiendo palabrería hueca todos los domingos, a una congregación de gente peor: putas disfrazadas de santas, putas de closet. Aleluya.
Dile a todas, hombre que analiza -o que pretende analizarme-. Diles que te entrevistaste conmigo hoy, y que yo les digo que no nieguen su favor a nadie, y avancen con el rigor de una avanzada militar. Sin detenerse. Porque en la jungla, al tener que elegir entre devorar o ser devorado, creo que la decisión es obvia. Y a esos que están resentidos y deseándonos lo peor: que nos maten de una vez, o que dejen que la sociedad nos dé un buen uso. Y ningún mejor uso que el placer.