Y cuando es alguien más quien comete el error insensible es entretenido para nosotros. Poder decir "Mira cómo la cagó el idiota éste con lo que dijo" es un gusto. Pero, ¿y que pasa cuando es uno es el que queda como el idiota insensible en cuestión? He de confesar ciertos casos en que yo he sido ese, muy a mi pesar, y luego de un gran esfuerzo por no quedar como tal. Yo creo nen el trato digno y respetuoso de toda persona sin importar que rasgo, condición, o particularidad tenga, por eso es que me dio pena cuando ocurrió el evento que a continuación les voy a contar.
***
Esto ocurrió cuando estaba con quien entonces era mi novia; ella y yo estábamos en el mismo salón de área/carrera. Ese día teníamos que hacer tiempo y volver a la facultad más tarde porque estábamos esperando la hora para hacer un trámite sobre el servicio social o recibir resultados de algún examen o alguna cosa así, ya no recuerdo. Así que nos fuimos a cierta plaza o centro comercial, y para comer nos decidimos por algo simple: hamburguesas, de una conocida cadena. Cuando fue nuestro turno de pasar a ordenar a la caja, oh sorpresa...¡Ahí estaba! El ojo de vidrio de la empleada que nos estaba atendiendo, resaltando de una manera que era imposible ignorar. Antes de que empiecen los juicios hacia mí, quiero aclarar algo más: tengo trastorno obsesivo compulsivo. Es manejable, pero en aquél entonces no faltaba el incidente aquí y allá donde me daba algún pequeño episodio donde me comportara extraño, grosero, o incluso dijera algo con poco tacto debido a tan peculiar condición.
Así terminó el vergonzoso encuentro con la chica de ojo de vidrio, y por fortuna puedo decir que ese detalle de los ojos en particular no desata ya nada en mí. Por lo menos, no que se note. Gracias por leer, iré a echar un ojo... ¡Aaaaagh! Iré a checar qué película o serie me pondré a ver.
Esto ocurrió cuando estaba con quien entonces era mi novia; ella y yo estábamos en el mismo salón de área/carrera. Ese día teníamos que hacer tiempo y volver a la facultad más tarde porque estábamos esperando la hora para hacer un trámite sobre el servicio social o recibir resultados de algún examen o alguna cosa así, ya no recuerdo. Así que nos fuimos a cierta plaza o centro comercial, y para comer nos decidimos por algo simple: hamburguesas, de una conocida cadena. Cuando fue nuestro turno de pasar a ordenar a la caja, oh sorpresa...¡Ahí estaba! El ojo de vidrio de la empleada que nos estaba atendiendo, resaltando de una manera que era imposible ignorar. Antes de que empiecen los juicios hacia mí, quiero aclarar algo más: tengo trastorno obsesivo compulsivo. Es manejable, pero en aquél entonces no faltaba el incidente aquí y allá donde me daba algún pequeño episodio donde me comportara extraño, grosero, o incluso dijera algo con poco tacto debido a tan peculiar condición.
La chica nos preguntó qué queríamos ordenar, y su ojo real se movía rápido, viéndonos a mi ex y a mi de forma alterna. Me detonó el episodio justo ahí, congelándome, como me llegaba a ocurrir en esos casos cuando involucra no solo una prótesis, sino también cuando se trata de alguien con estrabismo (bizquera) o con ambliopía (ojo perezoso). Traté de decidir a dónde dirigir mi vista, si al ojo real o al falso. El resultado es que parecía que estaba moviendo mis ojos a propósito, como uno de esos tétricos relojes de pared en forma de gato que mueven los ojos y la cola. Me alteré, comencé a manosearme los brazos nerviosamente, y me sentí por un momento el personaje del cuento del Corazón Delator, del maestro Edgar Allan Poe:
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
En verdad no podia hacer nada para evitarlo. Ahí estaba yo, paralizado y a la vez mirando a la pobre chica. Mi ex me miró, volteó a ver a la cajera, luego de nuevo volteó a verme a mí, y ahí se dio cuenta de lo que estaba pasando. Se puso roja de la cara, se rió un poco por la pena y el nerviosismo, y luego me empezó a pellizcar y a abrir los ojos de par en par, diciéndome en voz baja, casi susurrando: "¿Qué estás haciendo? Deja de verla"; a lo que yo contesté en ese estado congelado o trabado en el que estaba: "No pueeeeeeeeeedo...". Ella no sabía que estaba yo teniendo uno de mis episodios de mi loquera, pensó al principio que estaba haciéndolo adrede, lo cual no era así. Mi ex me pellizcó de nuevo y me dijo apretando los dientes y aún conteniendo la risa: "Deja ya de estarla viendo, ¡ya, por favor!" Mi malestar creció exponencialmente por estar incomodando a la pobre empleada, y pude ver en su cara el gesto inequivoco de un merecido "chinga tu madre" al momento en que de alguna manera logré hacer la orden. Le hice el pedido, y entonces me pregunta:
"¿Un postre para acompañar?"
Al hacer esto, su ojo real otra vez se movió rápido, queriéndonos ver a todos: a mi, a mi ex, a la gente que estaba esperando, de vuelta a mi, y así seguido. Yo bajaba la mirada lo más posible, traté de guardar compostura y refrenar mi desagradable episodio obsesivo hasta donde pude. Mi ex me jaló del brazo y nos fuimos a sentar a la mesa mas cercana. Ahí es cuando le pude explicar más a detalle lo que había pasado; ella se reía aún, pero los dos seguíamos muy avergonzados. Le dije de nuevo que no había sido con mala intención, y cuando le dije "Incluso puedo ir allá con ella a disculparme y explicarme", mi ex reaccionó de inmediato con un: "¡Nooo! ¡Ni se te ocurra!", y tenía razón.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
En verdad no podia hacer nada para evitarlo. Ahí estaba yo, paralizado y a la vez mirando a la pobre chica. Mi ex me miró, volteó a ver a la cajera, luego de nuevo volteó a verme a mí, y ahí se dio cuenta de lo que estaba pasando. Se puso roja de la cara, se rió un poco por la pena y el nerviosismo, y luego me empezó a pellizcar y a abrir los ojos de par en par, diciéndome en voz baja, casi susurrando: "¿Qué estás haciendo? Deja de verla"; a lo que yo contesté en ese estado congelado o trabado en el que estaba: "No pueeeeeeeeeedo...". Ella no sabía que estaba yo teniendo uno de mis episodios de mi loquera, pensó al principio que estaba haciéndolo adrede, lo cual no era así. Mi ex me pellizcó de nuevo y me dijo apretando los dientes y aún conteniendo la risa: "Deja ya de estarla viendo, ¡ya, por favor!" Mi malestar creció exponencialmente por estar incomodando a la pobre empleada, y pude ver en su cara el gesto inequivoco de un merecido "chinga tu madre" al momento en que de alguna manera logré hacer la orden. Le hice el pedido, y entonces me pregunta:
"¿Un postre para acompañar?"
Al hacer esto, su ojo real otra vez se movió rápido, queriéndonos ver a todos: a mi, a mi ex, a la gente que estaba esperando, de vuelta a mi, y así seguido. Yo bajaba la mirada lo más posible, traté de guardar compostura y refrenar mi desagradable episodio obsesivo hasta donde pude. Mi ex me jaló del brazo y nos fuimos a sentar a la mesa mas cercana. Ahí es cuando le pude explicar más a detalle lo que había pasado; ella se reía aún, pero los dos seguíamos muy avergonzados. Le dije de nuevo que no había sido con mala intención, y cuando le dije "Incluso puedo ir allá con ella a disculparme y explicarme", mi ex reaccionó de inmediato con un: "¡Nooo! ¡Ni se te ocurra!", y tenía razón.
Seguimos comiendo mientras evitábamos mirar a donde estaban las cajas, habiendo yo quedado como un patán irrespetuoso no solo frente a la chica del ojo de vidrio, sino ante sus compañeros y también algunos de los clientes que ahí estaban y se dieron cuenta. Voy a recalcar otra vez: nada fue adrede, y de ninguna manera quise faltarle al respeto a la chica, por tres razones: 1) yo mismo tengo mis defectos, rarezas y peculiaridades físicas y mentales 2) me educaron a siempre respetar a quien tuviera cualquier condición o padecimiento, y 3) Siempre he sido empático, aunque en esta ocasión pareciera todo lo contrario. Ya que nos fuimos de ahí, pensé en que sería buena idea no volver al mismo lugar a comer por algún tiempo.
Así terminó el vergonzoso encuentro con la chica de ojo de vidrio, y por fortuna puedo decir que ese detalle de los ojos en particular no desata ya nada en mí. Por lo menos, no que se note. Gracias por leer, iré a echar un ojo... ¡Aaaaagh! Iré a checar qué película o serie me pondré a ver.
increible!!! acabo de escuchar el Corazon Delator, no tiene ni 10 minutos.... y definitivamente te entiendo.... po cierto esta genial, no como cualquier audiolibro patito.. chécalo:
ResponderBorrarhttp://www.descargacultura.unam.mx/archive/download/6602
jjajajajaja OMG OMG OMG !!!
ResponderBorrarOjoooosssss !! no no no, mira, mejor ni te escribo nada porque me van a odiar :(
De hecho yo me odio por pensarlo siquiera...
Agh !
Coññññññññññññño !!
jodete Strauffon
ResponderBorrarAgggh no hay cosa más angustiante que no saber si te ven a tí, al de a un lado, el techo o ....qué demonios miran??? jaja
ResponderBorrarMi talón de aquiles..la gente que tiene cara de caballo OMG!! me vale ser insensible, no puedo evitar q me dé risa y mucho más si la persona se ríe de forma equina jajaja
Saludos enormes
Arrivederci
Nunca e tenido mayor problema con las personas que tienen algun pedo en los ojos, con las que si son con esas personas que al levantarseles tantito la playera o la blusa en la calle enseñan parte de su estomago, el cual parece pan remojado, que asco! y no, no puedo evitar ver ni quitar la vista, mi esposa me tiene que jalar sutilmente para que deje de ver. el ver no es el problema segun me dice ella, sino la cara que pongo al ver semejante cosa!
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