Alexander Strauffon



30 ene 2020

Empatizando con el dolor

 Relatos Recuerdos Criticas   

Hace poco tuve una plática con alguien sobre cómo se manejan los incidentes dolorosos cuando le ocurren tanto a los demás como a uno mismo. Hablábamos de cómo la inevitabilidad de las cosas que ocurren en el curso natural de la vida sumado a la completa incertidumbre en que estamos sumergidos día a día puede crear a dos extremos: el que empatiza de más, o bien el ya insensibilizado. Y claro, de pronto ahí surge uno que otro que sí sabe equilibrar las cosas como son.

Me preguntó esta persona con la que hablaba cuál era el recuerdo más feo que tenía donde se tratara de alguien desconocido por completo que me hubiera causado pesar, y que tal vez se quedó conmigo por mucho tiempo. No tardé mucho en responderle que hay uno que hasta la fecha lo recuerdo de forma tan clara como si hubiera sucedido apenas ayer. Mientras que otros recuerdos de la propia vida de uno a veces van nublándose y cuando te vienen a la mente ya no tienen esa nitidez, hay otros que de plano se imprimen.

Este recuerdo del que hablo es de un incidente que ocurrió cuando estaba muy chico, apenas en la adolescencia (esos tiempos añorados). Iba a clases usando el transporte público, tenía que tomar dos camiones para llegar. Ese día era muy temprano; como 20 minutos para las 7 am. Acababa de tomar el primer camión apenas. De esas veces en que ves como un milagro (y un alivio a la vez) que no se llenara tanto, quizá porque otra unidad había pasado antes con un minuto de diferencia, o quién sabe. Pude conseguir un asiento y, como suelo preferir, fue el de la ventana.

No teníamos ni 10 minutos de avanzar cuando llegamos a un cruce donde había antes un monumento de cierta figura pública, una estatua, a contraesquina de una gasolinera. Cuando estábamos acercándonos a la altura de la estatua metálica de expresión perturbadora, empecé a notar algo de conmoción en la gente que iba en el camión y se empezaron a asomar por las ventanas. Esto me sacó de la que era mi costumbre cada que iba en el camión o en el metro: perderme en mis propios pensamientos. Y me sacaron de golpe de ellos, porque unos decían tal o cual expresión de asombro ya fuera maldiciendo o con expresiones religiosas. "Un accidente" - decían - "Atropellaron a alguien".

Cuando estábamos ya justo ahí, el camión se detuvo unos instantes, tanto para subir gente como también por el tráfico. El cuadro era triste y horrendo a la vez. Había un montón de gente y un camión ya vacío algo más adelante, aquel que había atropellado a la víctima. Los pasajeros se habrían bajado y mezclado con los demás curiosos que se acercaron. En la calle y subiendo a la banqueta, un rastro de sangre que llegaba hasta la persona ya sin vida: una chica muy joven en uniforme escolar, tendida ahí a lo largo. Y junto a ella y sujetándola, el padre. "¡Hija, hija!" gritaba el pobre hombre alargando la palabra hasta que su voz se convertía en un chillido. El rostro se le desfiguraba casi por lo rojo que estaba y la forma en que abría la boca a mas no poder e incluso soltaba saliva. Volvía a gritar enmedio del llanto y a veces el grito se oía como si hiciera gárgaras, de una forma que me dio tremenda pena y escalofríos.

El camión avanzó y dejamos atrás la escena. Fui a clases y ya después no supe mas del asunto. No busqué en las noticias ni nada, pero la escena se quedó conmigo hasta el presente. Otros tristes recuerdos me afectaron en aquellos tiempos, como un amigo que murió y el accidente de una chica que me gustaba. Pero este caso tenía la particularidad de que me hizo empatizar con un desconocido y su dolor, magnificado hasta el punto del infinito. No le conocía a él ni a su hija. No podiá saber cómo era el papá como persona, o cómo fue ella durante su corta vida. Solo que sentí su dolor tal cual, como si fuera propio. Empatizando con el dolor que era el conductor de semejante shock. Y así estuve por un tiempo, con esa penosa imagen en la mente, reflexionando sobre ese incidente que se añadió al archivo de otros, y sobre el azar mismo que nos gobierna y nos impide tener la certeza de las cosas que tanto desearíamos. Una más de las cosas que reafirma algo que hasta la fecha sigo diciendo: qué injusta es la existencia, con su cláusula de vejez y muerte obligatorias, pero no solo eso, sino la imposición de una incertidumbre que nos gobierna. Cláusulas que no se nos permite cuestionar y mucho menos saber el porqué de ellas.

Read More

  • Share This:  
  •  Facebook
  •  Twitter
 17 comments   

17 ene 2020

La vecina de la tiendita

 Relatos Recuerdos Criticas   
Hay una persona en particular que nombré tiempo atrás en algunos posts que escribí. Les hablo de la señora dueña de la tiendita a la vuelta de donde está la casa donde crecí. Recuerdo que empecé a ir cuando abrió la tienda, que fue cuando yo tenía como 9 o 10 años de edad. Pronto fue ya conocida de todos los vecinos, incluyendo por supuesto a mis padres, y ya era común y conveniente ir ahí, por su cercanía. 

A medida que fui creciendo y atravesé la adolescencia, la señora de la tiendita estuvo ahí. He de decir que sí tomábamos muchos a broma el evidente gusto por el chisme que tenía. En ocasiones se enteraba de cosas mías y de otros tan rápido que decíamos que parecía la mismísima internet. Me preguntaba o de plano opinaba ya de forma directa cuando se enteraba de que andaba yo con tal o cual chica de la colonia, o que mínimo había salido con ella. No me lo tomaba a mal; a otros les puede sonar invasivo y grosero, pero ya a ese tiempo llevábamos construída una confianza mutua en que podiamos decirnos y aconsejarnos cosas: ella sobre mi vida social, y yo a ella sobre sus cuidados relativos a su salud, y de pronto algún debate sobre algún tema discutido sobre el mundo en ese momento.

La señora era viuda, y cuando se quedó sola en casa y a pesar de los cuidados de su hija mayor (quien vive por su cuenta) se vio en ella un cambio tras esa aparente fuerza y aguante que quiso mostrar siguiendo aún con su tiendita siempre abierta, se notó en sus ojos cuando se rindió. La señora falleció en tiempo reciente, luego de estar hospitalizada tras complicaciones de salud. No seguía las medidas para cuidarse ya. Yo solía decirle "Mire, usted y yo somos camaradas, ¿a poco no? En ese plan y confianza le digo, haga caso a lo que le recetan y le indican". Me decía que sí, se sonreía, y demás. Pero es claro que su decisión estaba tomada ya cuando se dejó ir. Quién sabe qué tantas cosas habrá reflexionado para llegar a tal punto.

Cuando se va alguien con quien interactúas de forma constante y que ha estado ahí en eventos de tu vida, es un pequeño pedazo de ti que se va también, es lo que siempre he sentido. Y no siempre es un familiar o un amigo cercano, a veces son esos personajes que son los actores de reparto en el largometraje de tu existencia. Me llevé bien con ella, reíamos y bromeábamos cuando iba a su tienda a comprar algo, y creo que le escuché y le aconsejé hasta donde pude. No fui a su sepelio; tengo ideas particulares sobre los funerales y gente que va a ellos, y me parece mejor recordarles como eran aún vivos. Y claro, recordar los momentos agradables con ellos.

Read More

  • Share This:  
  •  Facebook
  •  Twitter
 13 comments   
Entradas más recientes Entradas antiguas Página Principal
  • Feed
  • About.Me
  • FAQ
  • Hatemail

Followers

Popular Posts

  • 2 Girls 1 Cup
  • Top 10: Asesinatos más conocidos y recordados en Monterrey, Nuevo León (México)
  • Top 10: Los Mejores Disfraces y Cosplay para Halloween
  • Los Tipos de Senos y Pezones
  • Curiosidades de la película Sangre por Sangre (Blood in, Blood out)
  • De los baños sauna, baños de vapor, y los table dance
  • Frases de Spawn (Todd McFarlane / Image Comics)
  • Cómo tramitar en México la Visa Americana y Pasaporte
  • Grabados de la película La Novena Puerta (The Ninth Gate)

Blog Archive

  • ►  2022 (16)
    • ►  mayo 2022 (3)
    • ►  abril 2022 (3)
    • ►  marzo 2022 (4)
    • ►  febrero 2022 (3)
    • ►  enero 2022 (3)
  • ►  2021 (21)
    • ►  diciembre 2021 (3)
    • ►  noviembre 2021 (1)
    • ►  octubre 2021 (2)
    • ►  septiembre 2021 (1)
    • ►  agosto 2021 (4)
    • ►  julio 2021 (2)
    • ►  junio 2021 (1)
    • ►  mayo 2021 (2)
    • ►  abril 2021 (1)
    • ►  marzo 2021 (1)
    • ►  febrero 2021 (1)
    • ►  enero 2021 (2)
  • ▼  2020 (23)
    • ►  diciembre 2020 (3)
    • ►  noviembre 2020 (2)
    • ►  octubre 2020 (2)
    • ►  septiembre 2020 (3)
    • ►  agosto 2020 (1)
    • ►  julio 2020 (2)
    • ►  junio 2020 (3)
    • ►  mayo 2020 (2)
    • ►  marzo 2020 (1)
    • ►  febrero 2020 (2)
    • ▼  enero 2020 (2)
      • Empatizando con el dolor
      • La vecina de la tiendita
  • ►  2019 (5)
    • ►  diciembre 2019 (2)
    • ►  noviembre 2019 (1)
    • ►  septiembre 2019 (2)
  • ►  2016 (12)
    • ►  marzo 2016 (3)
    • ►  febrero 2016 (3)
    • ►  enero 2016 (6)
  • ►  2015 (30)
    • ►  diciembre 2015 (3)
    • ►  noviembre 2015 (3)
    • ►  octubre 2015 (4)
    • ►  septiembre 2015 (4)
    • ►  agosto 2015 (6)
    • ►  julio 2015 (3)
    • ►  junio 2015 (4)
    • ►  mayo 2015 (2)
    • ►  enero 2015 (1)
  • ►  2014 (25)
    • ►  diciembre 2014 (1)
    • ►  noviembre 2014 (4)
    • ►  octubre 2014 (1)
    • ►  septiembre 2014 (2)
    • ►  agosto 2014 (1)
    • ►  junio 2014 (2)
    • ►  mayo 2014 (2)
    • ►  abril 2014 (2)
    • ►  marzo 2014 (4)
    • ►  febrero 2014 (4)
    • ►  enero 2014 (2)
  • ►  2013 (24)
    • ►  diciembre 2013 (4)
    • ►  noviembre 2013 (2)
    • ►  octubre 2013 (2)
    • ►  septiembre 2013 (2)
    • ►  agosto 2013 (1)
    • ►  julio 2013 (3)
    • ►  junio 2013 (3)
    • ►  abril 2013 (1)
    • ►  marzo 2013 (2)
    • ►  febrero 2013 (2)
    • ►  enero 2013 (2)
  • ►  2012 (29)
    • ►  octubre 2012 (1)
    • ►  septiembre 2012 (3)
    • ►  agosto 2012 (5)
    • ►  julio 2012 (2)
    • ►  junio 2012 (2)
    • ►  mayo 2012 (2)
    • ►  abril 2012 (2)
    • ►  marzo 2012 (6)
    • ►  febrero 2012 (3)
    • ►  enero 2012 (3)
  • ►  2011 (43)
    • ►  diciembre 2011 (5)
    • ►  noviembre 2011 (5)
    • ►  octubre 2011 (5)
    • ►  septiembre 2011 (2)
    • ►  agosto 2011 (3)
    • ►  julio 2011 (2)
    • ►  junio 2011 (2)
    • ►  mayo 2011 (4)
    • ►  abril 2011 (6)
    • ►  marzo 2011 (2)
    • ►  febrero 2011 (2)
    • ►  enero 2011 (5)
  • ►  2010 (39)
    • ►  diciembre 2010 (2)
    • ►  octubre 2010 (3)
    • ►  septiembre 2010 (5)
    • ►  agosto 2010 (5)
    • ►  julio 2010 (6)
    • ►  junio 2010 (5)
    • ►  abril 2010 (4)
    • ►  marzo 2010 (4)
    • ►  febrero 2010 (2)
    • ►  enero 2010 (3)
  • ►  2009 (30)
    • ►  diciembre 2009 (5)
    • ►  noviembre 2009 (3)
    • ►  octubre 2009 (2)
    • ►  septiembre 2009 (4)
    • ►  agosto 2009 (3)
    • ►  junio 2009 (2)
    • ►  mayo 2009 (3)
    • ►  abril 2009 (2)
    • ►  marzo 2009 (1)
    • ►  febrero 2009 (1)
    • ►  enero 2009 (4)
  • ►  2008 (21)
    • ►  diciembre 2008 (1)
    • ►  noviembre 2008 (1)
    • ►  octubre 2008 (3)
    • ►  septiembre 2008 (3)
    • ►  agosto 2008 (2)
    • ►  julio 2008 (1)
    • ►  marzo 2008 (2)
    • ►  febrero 2008 (3)
    • ►  enero 2008 (5)
  • ►  2007 (48)
    • ►  diciembre 2007 (2)
    • ►  noviembre 2007 (4)
    • ►  octubre 2007 (4)
    • ►  septiembre 2007 (5)
    • ►  agosto 2007 (6)
    • ►  julio 2007 (3)
    • ►  junio 2007 (2)
    • ►  mayo 2007 (4)
    • ►  abril 2007 (5)
    • ►  marzo 2007 (4)
    • ►  febrero 2007 (3)
    • ►  enero 2007 (6)
  • ►  2006 (39)
    • ►  diciembre 2006 (4)
    • ►  noviembre 2006 (2)
    • ►  octubre 2006 (7)
    • ►  septiembre 2006 (4)
    • ►  agosto 2006 (7)
    • ►  julio 2006 (5)
    • ►  junio 2006 (4)
    • ►  mayo 2006 (6)

Copyright © Alexander Strauffon | Powered by Blogger
Design by Flythemes | Blogger Theme by NewBloggerThemes.com