El Papa, y nuestro papel como no-religiosos

La elección del nuevo Papa de la Iglesia Católica, quien ha tomado el nombre de Francisco I, trae consigo la necesidad de reflexionar sobre algunos puntos. Dichos puntos los abordaré lo más brevemente posible. Es importante tener presentes esos detalles, y eso va igual para católicos como también para los no-creyentes, librepensadores individualistas, entre los cuales se cuenta el que ahora escribe.

Los que no participamos en la fe católica, ni reconocemos su autoridad, tampoco podemos tomar una posición de indiferencia completa ante el Sumo Pontífice del Vaticano, el Papa de Roma, y quien ostente esa posición. ¿Por qué? Porque más allá de ser líder religioso, es un jefe de estado y figura influyente en política y economía internacional. El argentino Jorge Mario Bergoglio, en su nuevo papel de Francisco I (nombre que hace referencia al santo católico Francisco de Asís, a quien se le atribuye humildad, e incluso los Scouts de México solían hacerle referencia en sus actividades) no será la excepción.

Librepensadores, ateos, agnósticos, partidarios de la ciencia y la verdad: el tiempo es de dejar de lado el debate de si Dios existe o no, ya que los pleitos sobre ésto quitan la atención de lo anteriormente mencionado; que es el papel del Papa como un líder político. Y como tal debe respondérsele, cuando defienda principios intolerantes y equivocados.

La acción intelectual y política debe ser a través de los canales de comunicación, de relaciones exteriores, y de legislación. Es la única forma en que realmente pondremos nuestro grano de arena para lograr que, de lo que vaya a decir o a hacer el Papa como figura, lo bueno se aproveche y lo malo sea minimizado y desechado.

Lo anterior no se logrará atacando con imágenes, con memes virales en internet, y demás cosas que aunque en algunas ocasiones entretienen y logran masiva atención, se van de la forma en que cualquier cosa de moda se extingue en un mundo ávido de cosas nuevas que ver. Pero si nos acercamos a nuestros líderes políticos en nuestro propio país, nuestros legisladores, representantes, grupos de poder, y por los medios adecuados (sea ya con comunicados y entrevistas, o si se llega al extremo de acción legal) hacerles entender que ya es tiempo de que el catolicismo quede solo en su papel de creencia y tradición, y que no debe tener poder más allá, en especial en lo que se refiere a decisiones sobre orientación sexual, control natal de una población, y otros gustos y aficiones.

La Iglesia Católica y el centralizado poder del Vaticano han demostrado una vez más apostarle a la imagen, a la facilidad de palabra y manejo de masas en vez de resultados concisos sobre las distintas problemáticas que han puesto a su institución en crisis. Y no es de causar extrañeza; esta misma estrategia ha funcionado en la política de muchos lugares: gobernantes guapos o guapas, diputadas o senadoras atractivas, líderes bromistas y joviales ante la cámara que aunque no digan nada, saben cantinflear con gracia y estilo.

El Vaticano sabía que podía jugársela con ese modelo, y es por ello que lanzan a alguien que, además de ser el primer líder máximo de origen latinoamericano, tiene además ascendencia italiana (apaciguando a quienes deseaban sangre de Italia en el trono papal), sabe sonreír y hablar más fluídamente, recordando a Juan Pablo I y II, y a pesar de ser rígido y conservador como muchos del Colegio de Cardenales y del clero en general, se ve muy seguro de sí mismo en cuanto a darle popularidad de nuevo a su iglesia y mantener las sonrisas y costumbres aunque tras el telón las cosas no se vean nada bien.

A Latinoamérica le han lanzado un hueso para que se entretenga al roerlo. A los italianos, igualmente. Y les funcionará. Los jóvenes católicos en su mayoría siguen los viejos modelos de generaciones atrás que les precedieron. Y basta ver en video sus bailes y celebraciones en la Plaza de San Pedro durante el anuncio del Habemus Papam y la bendición Urbi et Orbi para comprobarlo. Su nueva e improvisada porra "Francisco Primero, te quiere el mundo entero" recuerda aquella muy gastada, que decía "Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo".

Lo previamente mencionado lustra lo que los feligreses, creyentes, y afiliados católicos siempre harán: improvisar, repetir frases, repetir conductas y pensamientos impuestos por otros aunque no tengan sentido, prestarles mano de obra barata o gratuita, y mientras son los banqueros, empresarios, y los mismos del clero quienes obtienen las verdaderas ganancias. Por ello es, mis queridos librepensadores, que el debatir la existencia de Dios o validez de los relatos bíblicos es algo futil. La Iglesia Católica tiene algo en común con el mundo judío moderno: no necesitan ya a Dios. A los primeros les bastan las fórmulas simples de ceremonia, congregación, e imágenes folklóricas para continuar vigentes y redituables, de la misma forma que a los últimos les basta la Torá en conjunto con su habilidad de estructurar negocios, jerarquías, y provechosos vínculos con figuras clave.

Aún con ésto, otros cambios están en proceso en el mundo, y aquellos que en verdad benefician a la libertad, el conocimiento, y los derechos del individuo deben ser vigilados y defendidos. El marxismo y el modelo socialista demuestran ser más caducos e inaplicables cada día, y sus figuras, como Hugo Chávez en Venezuela, caen junto con la credibilidad de dicho tipo de régimen. Tan evidente es su futura caída, que Nicolás Maduro, sustituto de Hugo Chávez, ha hecho el intento de colgarse de la novedad en el mundo católico, para señalar que fue Chávez quien llegó al Cielo y frente a Cristo, intercedió para que fuera ésta vez un latinoamericano el elegido como Papa.

 

El nuevo pontífice Francisco I ya ha hablado por teléfono con el Papa emérito Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, quien renunció a su cargo y se dio la curiosa coincidencia de que a horas de hacerlo, un rayo cayó del cielo sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Bergoglio oficiará mañana su primera misa en la capilla Sixtina, con todos los cardenales. En los siguientes días saludará a todos los cardenales en la monumental Sala Clementina del palacio apostólico, y después saludará a la prensa internacional y empezará su labor de darse a conocer y a ganárselos. Respecto a sus antecedentes, resalta su afán conservador, y señalamientos de muchos respecto a los años de la dictadura argentina.

Viejos modelos religiosos y políticos deben dar paso a una era que sea moderna en verdad, y no sólo superficialmente. Por mucho tiempo el mundo, a pesar de estar sumergido en las ventajas otorgadas por la ciencia y la diversidad, se ha resistido no obstante a que dichos elementos entren en ellos. Prefieren a las figuras autoritarias de vieja escuela, ya sea con túnicas, con trajes, o vestimenta militar. Es momento de empezar a cambiar eso. Y el hacer frente adecuadamente al Vaticano y los escándalos que han barrido bajo el tapete es una de tantas tareas por continuar.

Tenemos guerras, hambre, y enfermedades en el mundo pidiendo ser remediadas. Que se otorguen recursos suficientes y reales, para así combatirles y vencerles. Y si es un grupo, un partido, e incluso un imperio el que con su directa o indirecta acción contribuye a que tales problemas sigan, recordemos que ni el más poderoso imperio ha sido invencible.

La tarea es clara: atender los problemas reales ya desgastando y destruyendo al mundo, en materia de salud pública, seguridad y justicia, ecología, optimización de recursos, entre otras. Hacer como que no existen o rezar porque solas se resuelvan no va a funcionar.