En los últimos días, distintas cosas de casa dejaron de funcionar. Me vi envuelto en la odiosa necesidad de andar correteando gente para que los repararan, y aún ahora no está todo solucionado.
Me desagrada esa costumbre que tienen los handy-men, trabajadores independientes, etc., que me tocan. Los de computadoras, plomeros, electricistas- Con todos es igual: dicen que vendran y no vienen, se tardan, no contestan el pinche celular... en fin, creo es un placer enfermo de sentirse necesitados. Pero no va conmigo. Si voy a pagarte por tu trabajo, quiero que cumplas, y que estés localizable, hijo de puta. Si no, no te comprometas, jódete.
Esa clase de personas, los que quedan en algo y luego no puedes ni hallarlos, son de los que más desprecio.
Y hablando de desprecio, otro gran disgusto llegó a un servidor, con dos personas que han recibido mi consejo, oído atento, e intervención en su favor para distintas cosas.
Dichos.. amigos, han ido a meterse al cagadero, desoyendo cualquier razonamiento, cualquier pensamiento lógico, moral, digno. Lo cual créanme que no me molestaría, siempre y cuando se guardaran sus cosas para ellos mismos. Algo que es desagradable es que se sirvan del tiempo y buena voluntad de uno, para ir a cagarla de todas maneras. Pierden ellos, y pierdes tú también.
Que se jodan.
Llegaron, como la cereza del pastel, molestias psicosomáticas.
Ojalá hubiera sido como los primeros dias que relaté en el anterior post. Pero hey, dicen que no podriamos apreciar lo bonito si no existiera lo jodido.
¿Y ustedes, gente que posa sus ojos en éste sitio?
¿Sus dias de descanso valieron la pena, lo suficiente para soportar la amargura de mañana lunes volver a la rutina?




