Las borracheras -comúnmente conocidas como pedas- son de las reuniones más interesantes que puede haber. En ellas, se logra ver la cara real de muchos, luego de unos tragos. Sirven para afianzar lazos sociales, y en algunos casos para limar asperezas entre la gente.
Mientras todo sea llevado a cabo a salvo y responsablemente (no como los que insisten en irse manejando cuando están hasta las orejas de alcohol), cualquiera de éstas reuniones ofrece una amplia gama de posibilidades a medida que avanza la noche...
Y siempre podemos contar con los borrachos y borrachas para que digan o hagan estupideces y nos hagan reír, ¿no es así?
Me acuerdo de la que fue mi primera peda. Era, como ya imaginarán, menor de edad aún. Apenas estaba por entrar a prepa. Sí, antes de ese periodo habia sido bien portado, aunque sea dificil de creer. Pues en ese entonces me abandonó una novia a la cual quería mucho, con quien habia elaborado esa boba creencia adolescente de "estar juntos toda la vida" y "no poder estar con nadie más". Así que cuando estuve en mi peor momento de depresión, precisé de la compañía de quienes fueron la primera alineación de la Familia Strauffon.
Una vez en casa, como toda mi familia estaba de viaje, pudimos instalarnos a nuestras anchas. Por supuesto que había bebido antes, pero nunca con la intención de empedarme. Pero en esa ocasión decidimos beber como vikingos. Hablando de todas las escuinclas que nos habian tratado mal en la secundaria, terminamos con la cerveza, seguimos con el vodka, y cuando se terminó eso... a beber lo unico que quedaba; o sea, un par de botellas de Don Pedro que uno de mis compañeros le habia robado a su papá.
Lloré, declamé, mencioné una y mil veces ese amor por la susodicha que era la causa de mis penurias, luego tornamos a hacer bromas para animarnos, y en un ambiente con la genial música de Nirvana, y olor a pizza, cerveza, y pedos que combinaban esas dos esencias, uno a uno se fue.
Pero aun quedaban dos de ellos. Y, según me contaron después, lo que hice fue ponerme a gritar que quería que me llevaran con otra chica, una amiga que me gustaba. - "Ya cabrón, déjate de mamadas" - me decían. - "De tan pedo ni podrías hacerle nada". Ante las aventuradas afirmaciones de mis camaradas respecto a mi rendimiento sexual bajo los influjos del alcohol, respondí con el argumento de la niña de El Exorcista: ¡¡ BUAAAARRRRRRRRRRRRGGGLLLLLRRR !!
Uno de ellos abrió la llave del agua fría de la regadera, me aventaron así como estaba para limpiarme (ya que con el vómito encima, parecía de esos pedazos de "pollo" bañados con ese aderezo oscuro que se ve en la comida china). Y así caí, luego de recibir un chingazo de agua helada como interno de cárcel.
Ésa fue la primera de todas mis pedas. Ah, pero me falta otra: la primera peda cachonda.
Una peda cachonda es... creo que su nombre lo explica perfectamente. Cualquier peda normal puede convertirse en una cachonda, mas no al revés, ya que una vez que todos andan hasta la madre y piel con piel, no hay marcha atrás. Así que a darle; y si puedes, protégete con algo atrás, no sea que algún infeliz se acerque queriendo jugar a "hacer brochetas".
A la primera que me tocó ir, fue cuando trabajaba en un restaurante, y fue en una casa que era del papá de uno de los cholos que tenían de cocineros en el trabajo. Aquí les diré algo innegable: las reuniones, o fiestas, o pedas de cualquier lugar de trabajo que involucre comida son de las más depravadas. ¿Por qué? Quién sabe, pero así es. Y en esa que fue la primera orgipeda a la que asistí, ocurrió un rápido salto de estar solo tomando y jugando bobamente a La Botella, a un coro en la oscuridad de bocas chupando, miembros hundiéndose, y remolineos.
Yo fui más pudoroso, me fui con la compañera con la que estaba y nos encerramos en el baño. No me gustaba para nada la idea de estar cerca de otros tipos desnudos.
Y bueno, esa fue otro de los remotos recuerdos. Son tantos, que tuve problema en elegir dos para contarles. No creo tener que decirles cómo terminó; creo que tienen ya la imagen mental. Quisiera decir que con el paso de los años son más interesantes, pero la verdad es todo lo contrario: una peda de gente ya "grande", más aún si tienen ya familia, tiene el nivel de entretenimiento de un funeral. Hablan generalmente del trabajo sin parar, de sus simples y comunes hijos a quienes ven como especiales, o de problemas de salud propios o ajenos.
Y tú, lector, ¿qué experiencias recuerdas de tus borracheras?













